jueves, 17 de noviembre de 2011

Municipio San Gregorio de Nigua

San Gregorio de Nigua, territorio costero al Mar caribe del municipio cabecero de la provincia San Cristóbal adoptó por nombre el vocablo indígena Nigua que le fue atribuido a uno de los ríos de la vertiente sur de la República Dominica. Este territorio por su proximidad a la ciudad de Santo Domingo, capital de la república, y por la propia dinámica de su desarrollo, ha sido escenario de hechos históricos relevantes enmarcados en distintos procesos que se han desencadenado desde la conquista y colonización de la isla hasta el presente.

Para el caso de la República Dominicana el término Nigua asume al menos cuatro acepciones: Insecto que se introduce bajo la piel y las uñas de los humanos, causándoles ardor intenso o una pequeña fruta. Río de la vertiente sur que nace en la Cordillera Central en las inmediaciones del paraje El Guineo en el municipio de Cambita Garabitos y desemboca en el Mar Caribe (y río de la vertiente norte afluente del Yuna que atraviesa el municipio de Castillo en la provincia Duarte).

Al pretender desentrañar los acontecimientos históricos acaecidos en lo que es Nigua en la actualidad, al investigador se le dificulta, porque desde el siglo XVI hasta los primeros cinco años de la tercera década del siglo XIX se conocía con el nombre de Partido de los Ingenios de Nigua el espacio de la región sureste del país comprendido de este a oeste entre los ríos Haina y Nizao, limitado al norte por la Cordillera Central y al sur por el Mar Caribe. Por eso, cuando en alguna de las fuentes se hace referencia a Nigua, el acontecimiento de que se trate si corresponde a ese período pudiera haber ocurrido en algún lugar de la provincia San Cristóbal distinto al territorio actual del municipio San Gregorio de Nigua.

Historia
Nigua se insertó en la Historia Universal con el inicio de la industria azucarera colonial que fue la actividad económica en torno a la cual se legitimaron las relaciones de producción esclavistas a partir de 1515, luego del fracaso de la factoría colombina seguido por la decadencia de las encomiendas.

La industria azucarera colonial ha sido abordada ampliamente por diversos historiadores nacionales y extranjeros. El seguimiento a las obras de ésta, para el caso del país y de toda América, fue el Bachiller Gonzalo de Velosa, quien era un encomendero y sopesó que la industria azucarera podía ser exitosa, pues en los años inmediatos a 1515 los precios del azúcar en Europa se habían incrementado. Por eso se arriesgó en una inversión que incluyó la importación de expertos (maestros) desde las Islas Canarias para dedicarlos a la tarea de producir azúcar en el primer trapiche que conoció el nuevo mundo.

El trapiche de caballos instalado en Nigua constituyo en su momento el más moderno establecimiento industrial de América, aunque por breve tiempo; ya que el propio Gonzalo de Velosa, asociado a los hermanos Cristóbal y Francisco de Tapia construyó en la Jagua de Yaguate un ingenio hidráulico que luego fue reubicado a orillas de río Nigua tras ser vendida la parte de Velosa a los hermanos Tapia, Cristóbal vendió su parte a Juan Vitoria, quien a su Vez la vendió, quedando finalmente como único dueño Francisco de Tapia.

La instalación del primer trapiche resultó muy oportuna; con el mismo, la situación socioeconómica, política y demográfica que prevalecía en la isla encontró una vía de solución.

El éxito del trapiche de Velosa propició el inicio de un acelerado proceso de industrialización que le imprimió una dinámica sin precedentes a la colonia ¨La Española, que sólo sería superada a partir de las tres últimas décadas del siglo XIX. Las condiciones que determinaron un cambio sustancial en la composición étnica de la isla se cristalizaron con la proyección que alcanzó la industria azucarera y a partir de ese momento con sus altas y sus bajas esta industria siempre ha estado presente en el aparato productivo del país.

Los indígenas, que durante la factoría colombina y las encomiendas, habían estado al servicio de los españoles, en la búsqueda del oro y en labores agrícolas y domésticas y que aportaron la primera fuerza de trabajo a la industria azucarera colonial, por el rigor de la misma, resultaron frágiles ante el incremento de la explotación en los trapiches e ingenios, haciéndose imprescindible la importación de la fuerza de trabajo que pudiera responder adecuadamente a las exigencias de estos establecimientos industriales.

Los primeros cañaverales fueron sembrados por indígenas y en el accionar de los primeros trapiches e ingenios la fuerza de trabajo indígena estuvo presente de manera preponderante. La generalidad de los personajes de la burocracia colonial española que incursionaron inicialmente en la producción de azúcar eran encomenderos. En los primeros años, la industria azucarera se desarrolló basada en el trabajo de los nativos, pero las rudas tareas a que éstos eran sometidos les fueron diezmando, el tránsito definitivo de sustitución de la fuerza de trabajo indígena en extinción por la del negro africano en condiciones de esclavitud estuvo determinado por la industria azucarera. Ante de la construcción del trapiche de Gonzalo de Velosa en Nigua, al país habían sido introducidos por los conquistadores españoles algunos negros africanos ladinos que en condiciones de esclavos realizaban tareas de servidumbre o domésticas. Estos, tras ser capturados en África, habían pasado cierto tiempo en Europa y conocían hábitos y costumbres de los españoles.

La muestra de azúcar que envió Velosa a España, trajo como consecuencia que las autoridades le dieran facilidades a las industrias azucarera, como préstamo y la importación masiva de esclavos africanos constituyó un factor decisivo en el proceso de conformación de una cultura sincrética en el país ante el acelerado proceso de extinción de los indígenas que habían sido sometidos por los conquistadores españoles a condiciones de vida tan insoportables que precipitaban su muerte.

Nigua, al ser una de las localidades que tuvo mayor incidencia de la industria azucarera colonial, exhibe profusamente los rasgos predominantes de la presencia africana en nuestra cultura sincrética. A partir del establecimiento del ingenio San Gregorio, seguido del ingenio Diego Caballero, el peso demográfico de los negros de origen africano que ocupaban la posición de esclavos sometidos a despiadadas condiciones de explotación por su superioridad comenzaron a definir, con el conjunto de los esclavos importados, elementos culturales peculiares que, a través del tiempo son expresión del aporte de su cultura originaria africana a la cultura dominica.

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